En el año 934 se encuentra la primera referencia documental del desaparecido monasterio, en el privilegio de votos concedido por el Conde Fernán González a Monasterio de San Millán de la Cogolla.
Esta iglesia es una de las mejores conservadas de toda la provincia. Románica de fines del siglo XII, y perteneció a la Abadía de Oña.
En el exterior del ábside hubo una inscripción que se deformó al hacer en ella un pastor algunas incisiones. En su momento , don Luciano Huidobro hizo un perfecto calco en yeso, y donado después al Museo Provincial de Burgos donde se conserva. Su primera línea es ilegible. La segunda dice claramente: PRESENTIS TEMPORIS y la tercera línea no lleva más que estas letras: ERA M. Por lo tanto es claro que está incompleta y podemos suponer que el autor pensaba terminarla, los caracteres son sin duda ninguna del siglo XII, no anteriores. Posee la más interesante bóveda sobre pechinas de la provincia de Burgos. Se apoya en cuatro arcos torales doblados, desarrollándose las pechinas aún por encima de ellos hasta una moldura circular con adornos de punta de diamante. En lo más alto se abre una regular abertura, que debió servir para subir por ella las campanas.
Constituye el único caso de ábside con arcadas en sus dos partes, exterior e interior, debido ésto , en parte, al poco resalto que ofrecen por ambos lados las arquivoltas y sus pilares.
4 comentarios:
Cuanto encanto tiene este lugar. Y qué poco explotado turísticamente.
Las fotos de los canecillos son muy bonitos, para ver detalles que en directo no se aprecian.
Saludos y hasta la próxima.
Hola Chema:
Se que abuso un poco de los primeros planos, quizás porque mi vista es bastante deficiente y por eso exagero sus ampliaciones porque, para el paseante de a pie suelen pasas inadvertidos muchos detalles.
Saludos,
Hola Zález, vaya por delante el agradecimienteo por el enlace a mi blog.
El video lo vere en otro momento, porque no hay manera de que carge.
Desde luego es uno de esos tesoros que tenemos en la Bureba.
Un abrazo
Hola Abi:
Cuando ví tu entrada, me dije, esto es lo que me faltaba. Tener acceso al interiorrazo, de este tipo de monumentos a veces se convierte en un querer y no poder.
Lo que me pasó en el Monasterio de Oña fue una frustración anunciada...ya te diré.
Un abrazo,
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