Intentaré hacer una especie de catálogo gráfico, tanto de las pequeñas muestras a las grandes representaciones en arte románico de toda la zona de La Bureba, entendiéndola como tal, la extensa Merindad en su marco histórico, por lo que incluiré lugares que no se correspondan con la estricta llanada central, sino dentro de los términos del partido judicial de Briviesca como de su Distrito, así como otros lugares, que no siéndolo, compartan un mismo origen y estilo burebano.

miércoles, 16 de febrero de 2011

---Introducción----



EDAD MEDIA. REPOBLANDO BUREBA.

Es, sin posible duda , el que conforma el hábitat regional y cambiará totalmente al anterior como consecuencia de la invasión musulmana, pero no porque encuentre un espacio vacío tras aquélla, sino porque estos espacios se encontraban con una débil presión humana, hasta que desciende la onda humana de la repoblación, en busca de tierras fértiles para el cultivo.

Sabemos que durante el S. IX, apenas cien años después del inicio de la Reconquista, la repoblación estaba ya en marcha en territorios de Bureba, donde existían núcleos habitados. De mediados de ese siglo son dos noticias: una referida a donaciones de tierras y viñas en Briviesca y "Plátano" (Prádanos), y otra que significa el avance de la repoblación tras rebasar los Montes Obarenes.

Ya en el año 559 había tenido lugar en SAN MIGUEL DEL PEDROSO, cerca de Belorado, a orillas del Río Tirón y al sureste de Bureba, la fundación de un monasterio de religiosas por Nonna Bella. Buen signo éste de que todo el sector se hallaba dentro de una relativa seguridad y gozaba de tranquilidad y protección para permitir este asentamiento.

El mismo don Luciano Serrano, señala este hecho indirectamente al aludir la ausencia de un dominio musulmán continuado en la región. También J. Pérez de Urbel destaca esta circunstancia al referirse a la línea toponímica de los "Castil" como la de las defensas más avanzadas del siglo IX.

Todos estos hechos aseveran la hipótesis sobre la continuidad del poblamiento burebano, pero sobre todo, garantizará desde el mismo siglo VIII. Desde éste y hasta el siglo XI a cuyos finales podemos fijar la terminación del periodo repoblador con el último impulso que le confiere la dirección de los grandes Monasterios, perdura sin interrupción el movimiento de ocupación de tierras.

El que la repoblación foramontana se realice en estos siglos y se halle terminada en el s. XI es esencial en toda explicación de tipo de poblamiento. LA BUREBA es repoblada desde los comienzos de la reconquista por campesinos, por pequeños nobles, por eclesiásticos... procedentes de zonas más al norte (Vascongadas fundamentalmente) a lo largo de más de dos siglos.

Estos tres elementos que participan en el movimiento repoblador aparecen entremezclados y aglutinados en una sola realidad: LOS PUEBLOS. Son éstos cristalización de un orden social que agrupa a los repobladores citados y cuyo centro funcional es la Iglesia o la Parroquia. Esta, que nace como fundación particular de aquellos pequeños nobles o como exiguos monasterios e incluso como simples capillas va a convertirse desde un principio en centro de atracción para la constitución de un poblamiento del que va a ser razón y símbolo al tiempo: Numerosas iglesias son germen de numerosos "BARRIOS" cada uno de los cuales aparecen identificados por una iglesia que es su elemento personalizador. Y cada uno de estos barrios es un núcleo de población. El elemento eclesiástico y el nobiliario actúan como fundadores de estas iglesias y a través de ellas como propulsores de la repoblación.


La iglesia, fuente también de ingresos, siempre que tenga población en torno, se constituye en instrumento eficaz que cataliza el asentamiento de los campesinos que bajan en busca de tierras, procedentes del norte . Cada fundación eclesial y cada monasterio al menos en los primeros siglos- creemos que llevan consigo una porción de tierras y solares, alrededor, que es base de un asentamiento. El empleo de la heredad que acompaña a la iglesia parroquial, concretamente el "quinto", es el factor básico de una forma de repoblación y es explicación también del carácter del poblamiento. Poseemos , a este respecto un documento revelador de esta forma de repoblación. Es una donación al Monasterio de Oca, al ser restaurado en 1068, este documento nos descubre la costumbre y el valor legal que posee, que hemos de pensar como empleado ya mucho antes, y por lo tanto con una larga tradición. El valor de esta cita documental hay que ponerlo en relación con una abundantísima toponimia de QUINTANAS Y QUINTANILLAS; muy extendida por el Norte de Castilla. Topónimos que vemos en conexión con la libertad de disponer del quinto de los bienes inmuebles, que sin duda fueron empleados muchas veces como base de repoblación.

La iglesia parece imponer una comunidad y ésta se refuerza en forma de tipo concejil y en una organización de terrazgo que se estructura sobre tres elementos, las tierras de pan, el viñedo y las HERRENES, HERREÑALES O FERRAGINES que aparecen unidad a las superficies edificables.

En el siglo XI, la repoblación fundacional había acabado. Pero entonces se produjo la participación de los grandes monasterios y del obispado burgalés más tarde, que en este siglo y en el siguiente se hacen dueños de la mayor parte de estos pueblos y de sus tierras, bien por donación, bien por compra. Es el MONASTERIO DE OÑA, principalmente el protagonista de esta nueva etapa del movimiento de ocupación y redistribución del suelo. Su actividad en el siglo XI es grande. Recibe multitud de donaciones en la región y él se preocupa de favorecer su prosperidad atrayendo campesidad "ad populandum" en sus villas y lugares. En 1066 y en 1071 se le concede potestad para poblar en Piérnigas, como la había recibido en 1046 en Pancorbo, en los términos del Monasterio de San Juan Bautista. Casi un siglo más tarde, en el año 1153, un documento nos permite comprobar que la repoblación de sus lugares por el Monasterio de Oña ha constituido un éxito, al tiempo que se aprecia la mayor amplitud de las posesiones Onienses.

Es indudable que al tiempo que estos núcleos se vitalizan con la política de Oña de repoblar y atraer campesinos, como fuente de ingresos importante, a través de rentas, censos, diezmos y derechos, otros se despueblan y decaen. Así ocurre por ejemplo con LEBRANA, mercado de la Bureba, que Oña consigue sea establecido en Cornudilla, señorío suyo. Para los años finales del s. XI ya han aparecido en un modo documental todos los núcleos burebanos, desde aquella primera cita de Briviesca y Prádanos, la primera conservando su denominación arcáica y el segundo con un hermoso topónimo medieval alusivo a sus condiciones óptimas para la pradera y el pasto.

Todos estos pueblos ponen bien de manifiesta su naturaleza medieval incluso en su toponimia. Con la excepción de Briviesca y quizás la de Poza, los demás topónimos de la Bureba tienen origen y raigrambre de altomedievo, en un claro entronque con la repoblación.

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